Sin título
Hace unas semanas estuve por Lima, viaje que coincidió con la puesta de Sin título - técnica mixta del grupo cultural Yuyachkani; me permito dejar algunas impresiones...
Puedo definir este montaje como un viaje, un viaje no grato pero recurrentemente obligado para todo aquel que vive dentro de una sociedad contagiada y contagiante de "olvidar" como la que a diario combatimos-habitamos.
Creo sería redundante contar detalladamente lo que vi, pues en este no-frecuentado blog parto de la premisa de que el lector no pretende que le cuente tal o cual suceso, sino recrearlo a través de mis disforzadas opiniones.
La primera reacción que tuve al salir de la casa Yuyachkani fue "es tanto, que necesitaré un par de días para terminar de pensarlo...", pero ahora, algunas semanas después, descubro que en realidad lo entendí ese mismo día antes de dormir (bastante horas después de terminada la función), porque gran parte de este montaje creo yo no apela a conocimientos o habilidades para dilucidar que el espectador pueda tener, sino a recuerdos, a emociones vividas antes, a temores mal enterrados, a imágenes que permanecen muy bien dibujadas en nuestras mentes.
La obra pretende dibujarnos a través de un desfile e interacción de diferentes personajes dos sucesos significativos de la historia del Perú: la guerra con Chile y la guerra interna de segunda mitad del siglo XX, poniendo una particular atención adicional al gobierno de Alberto Fujimori, ¿el resultado de esta suma?: nosotros, este pueblo, este gobierno, este estado, esta derecha, esta izquierda, este centro, este norte, este sur, este centro, esta educación, esta agricultura, esta minería, etc, etc, en resumen: este pueblo nuestro que somos.
Mezclado con artículos, libros, máscaras, muñecos, inscripciones, el ¿espectador? siente inevitablemente la sensación de que es parte de "esto", y he aquí algo importante por resaltar, eramos (era) en realidad parte de esto como en realidad fuimos: en realidad vimos a cáceres luchar junto a los siempre invisibles de nuestra historia y piedra angular de la Breña -estaban al frente-, en realidad vimos a las mujeres suplicar por los suyos y por su tierra -estaban a la izquierda-, en realidad vimos a Abimael bailar Zorba el Griego -estaba a la derecha-, en realidad vimos a Montesinos comprando jueces -estaba un tanto mas atras-.
Para terminar de empalagarlos del término, lo resalto: pude ver la realidad, no lograda con la recreación, ni con la documentación plena, sino lograda con la emoción lúdica -por ejemplo, fujimori y montesinos "pasándose la pelota": colmante, gracioso, sucio, vergonzante, indigno e indignante... ¿no fue eso lo que sentíamos esos días?-.
Son muy pocas las objeciones a nivel plástico o dramatúrgico que podría hacer, alguna quizás a la consistencia o trascendencia de algunos de los personajes iniciales en el museo, si bien algunos son importantes para empezar a "contar" y otros no pudiera parecer que hay imágenes que podrían no estar, cuando estoy seguro que no es así; otra refiere a un par de casos en los que se perjudica la dramaturgia para favorecer a la plástica, específicamente la fotografía: con el Jesús dentro la urna y la bandera del Perú parchada que es "izada", pienso que en estos casos es posible lograr un equilibrio que aporte a la armonía que de por sí el montaje posee.
Confieso que estuve pensando un tema, los sucesos elegidos. No negaré que estos tres son casi los más emblemáticos de nuestra vida republicana, y definitivamente los mas trascendentes. Pero... ¿son los que mejor dibujan nuestra identidad? me parece que no se consideraron algunos otros: ¿que hay de Atusparia? ¿que hay del genocidio físico y cultural de indígenas de la selva en los años de explotación del caucho? ¿que hay de las masacres en la sierra centro y sur tantas veces denunciados por Scorza, Arguedas y muchos mas? ¿que hay de nuestros conflictos limítrofes? ¿que hay de las dictaduras militares?... y algunos mas. Eso me cuasi-frustró, pues pude pensar que hasta en estas tan buenas expresiones artísticas puede priorizar esta visión discriminatoria de la historia del Perú que ahora tenemos: tuerta e invisibilizante, visión capitalina del real orden las cosas. Al pasar los días me fui sosegando y creándome razones para que esto haya sucedido, pero prefiero no ponerlas por temor a caer en un posible doble error.
Pero es probable que esté exagerando, o maximizando curiosidades, pues este montaje de Yuyachkani es totalmente recomendable e inclusive imprescindible, pues como humanos necesitamos vernos, necesitamos ver que alguien "haga de" nosotros para saber lo que vivimos como grupo humano y a dónde podríamos ir como nación reconciliada, entendida y unificada.
Para concluir, se sabe que el teatro es siempre universal, y este montaje de yuyachkani lo es especialmente, pero asimismo es obligatorio para peruanos. Pues como las paredes, los cuerpos, las faldas mismas lo dicen, necesitamos no olvidar tantas cosas, no para andar por la vida enojados o frustrados como a veces escucho, sino para saber lo que fuimos, lo que somos, y lo que seremos o lo que podemos llegar a ser si es que no. Uno sale de esa casa pensando eso, y como persona, como artista que soy, creo que si el arte te lleva a eso, triunfa.
Puedo definir este montaje como un viaje, un viaje no grato pero recurrentemente obligado para todo aquel que vive dentro de una sociedad contagiada y contagiante de "olvidar" como la que a diario combatimos-habitamos.
Creo sería redundante contar detalladamente lo que vi, pues en este no-frecuentado blog parto de la premisa de que el lector no pretende que le cuente tal o cual suceso, sino recrearlo a través de mis disforzadas opiniones.
La primera reacción que tuve al salir de la casa Yuyachkani fue "es tanto, que necesitaré un par de días para terminar de pensarlo...", pero ahora, algunas semanas después, descubro que en realidad lo entendí ese mismo día antes de dormir (bastante horas después de terminada la función), porque gran parte de este montaje creo yo no apela a conocimientos o habilidades para dilucidar que el espectador pueda tener, sino a recuerdos, a emociones vividas antes, a temores mal enterrados, a imágenes que permanecen muy bien dibujadas en nuestras mentes.
La obra pretende dibujarnos a través de un desfile e interacción de diferentes personajes dos sucesos significativos de la historia del Perú: la guerra con Chile y la guerra interna de segunda mitad del siglo XX, poniendo una particular atención adicional al gobierno de Alberto Fujimori, ¿el resultado de esta suma?: nosotros, este pueblo, este gobierno, este estado, esta derecha, esta izquierda, este centro, este norte, este sur, este centro, esta educación, esta agricultura, esta minería, etc, etc, en resumen: este pueblo nuestro que somos.
Mezclado con artículos, libros, máscaras, muñecos, inscripciones, el ¿espectador? siente inevitablemente la sensación de que es parte de "esto", y he aquí algo importante por resaltar, eramos (era) en realidad parte de esto como en realidad fuimos: en realidad vimos a cáceres luchar junto a los siempre invisibles de nuestra historia y piedra angular de la Breña -estaban al frente-, en realidad vimos a las mujeres suplicar por los suyos y por su tierra -estaban a la izquierda-, en realidad vimos a Abimael bailar Zorba el Griego -estaba a la derecha-, en realidad vimos a Montesinos comprando jueces -estaba un tanto mas atras-.
Para terminar de empalagarlos del término, lo resalto: pude ver la realidad, no lograda con la recreación, ni con la documentación plena, sino lograda con la emoción lúdica -por ejemplo, fujimori y montesinos "pasándose la pelota": colmante, gracioso, sucio, vergonzante, indigno e indignante... ¿no fue eso lo que sentíamos esos días?-.
Son muy pocas las objeciones a nivel plástico o dramatúrgico que podría hacer, alguna quizás a la consistencia o trascendencia de algunos de los personajes iniciales en el museo, si bien algunos son importantes para empezar a "contar" y otros no pudiera parecer que hay imágenes que podrían no estar, cuando estoy seguro que no es así; otra refiere a un par de casos en los que se perjudica la dramaturgia para favorecer a la plástica, específicamente la fotografía: con el Jesús dentro la urna y la bandera del Perú parchada que es "izada", pienso que en estos casos es posible lograr un equilibrio que aporte a la armonía que de por sí el montaje posee.
Confieso que estuve pensando un tema, los sucesos elegidos. No negaré que estos tres son casi los más emblemáticos de nuestra vida republicana, y definitivamente los mas trascendentes. Pero... ¿son los que mejor dibujan nuestra identidad? me parece que no se consideraron algunos otros: ¿que hay de Atusparia? ¿que hay del genocidio físico y cultural de indígenas de la selva en los años de explotación del caucho? ¿que hay de las masacres en la sierra centro y sur tantas veces denunciados por Scorza, Arguedas y muchos mas? ¿que hay de nuestros conflictos limítrofes? ¿que hay de las dictaduras militares?... y algunos mas. Eso me cuasi-frustró, pues pude pensar que hasta en estas tan buenas expresiones artísticas puede priorizar esta visión discriminatoria de la historia del Perú que ahora tenemos: tuerta e invisibilizante, visión capitalina del real orden las cosas. Al pasar los días me fui sosegando y creándome razones para que esto haya sucedido, pero prefiero no ponerlas por temor a caer en un posible doble error.
Pero es probable que esté exagerando, o maximizando curiosidades, pues este montaje de Yuyachkani es totalmente recomendable e inclusive imprescindible, pues como humanos necesitamos vernos, necesitamos ver que alguien "haga de" nosotros para saber lo que vivimos como grupo humano y a dónde podríamos ir como nación reconciliada, entendida y unificada.
Para concluir, se sabe que el teatro es siempre universal, y este montaje de yuyachkani lo es especialmente, pero asimismo es obligatorio para peruanos. Pues como las paredes, los cuerpos, las faldas mismas lo dicen, necesitamos no olvidar tantas cosas, no para andar por la vida enojados o frustrados como a veces escucho, sino para saber lo que fuimos, lo que somos, y lo que seremos o lo que podemos llegar a ser si es que no. Uno sale de esa casa pensando eso, y como persona, como artista que soy, creo que si el arte te lleva a eso, triunfa.


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